Óscar Revilla, colaborador del Colectivo Memoria Viva de los Pueblos
Gregorias y Bartolinas suponen un claro ejemplo de movimientos sociales en defensa de los derechos de las mujeres en sociedades hostiles. Su trabajo diario es fundamental para conformar sociedades más modernas y justas.
Contexto político
El estado plurinacional de Bolivia ha vivido y sigue viviendo una espectacular transformación en las 2 últimas décadas. La llegada al poder de Evo Morales con su movimiento hacia el socialismo (MAS) supuso un cambio de paradigma en esta sociedad sudamericana; quedando reflejado en una nueva constitución donde se reflejaban por primera vez los derechos de las comunidades indígenas, y donde se reconocía la diversidad cultural y étnica de un país que había sido dominado por las élites que obviaban los aspectos culturales básicos de los pueblos originarios.
Las dos primeras legislaturas del gobierno de Evo Morales, además de potenciar los derechos de los sectores más vulnerables de la sociedad boliviana, supusieron etapas de grandes avances a nivel macroeconómico y de mejoras impresionantes en los indicadores relacionados con acceso a la educación, la salud o la justicia para el conjunto de la población.
En el año 2019, la situación política dio un giro debido a la pretensión de Evo Morales de reformar la constitución para alargar su mandato presidencial, que acabó derivando en un golpe de estado perpetrado por las facciones más conservadoras de la sociedad boliviana. Tras unos meses muy convulsos, las elecciones de 2020 volvieron a dar ganador al MAS, aunque sin Evo como presidente, siendo sustituido por su ministro de economía Luis Arce.
Desde ese momento, Bolivia camina por una transición de asentamiento democrático con múltiples problemáticas internas. La sociedad avanza en paralelo a los problemas políticos, con gran incidencia por parte de los movimientos sociales existentes y que fueron, sin lugar a dudas, los motores del cambio social que impulsó al movimiento al socialismo a lograr el gobierno de la nación.
Dentro de estos movimientos sociales que trabajan en Bolivia, es obligatorio mencionar la labor de los grupos de diferentes mujeres que están asumiendo liderazgos transformadores fundamentales para asentar los valores democráticos en todos los extractos de la sociedad boliviana.
Fundación Gregoria Apaza
Entre estas agrupaciones conformadas por mujeres, podemos destacar a las componentes de la fundación Gregoria Apaza, conocidas popularmente como las Gregorias. Recogen su nombre de Gregoria Apaza, hermana de Julián Apaza -o Tupac Katari, el líder de la rebelión que cercó la ciudad de La Paz en marzo de 1781 cuando estalló la furia indígena; fue una de las mayores conductoras y administradoras de la sublevación indígena frente a las injusticias colonizadoras del decadente imperio español.

Encuentro de la fundación Gregoria Apaza
Fotografía Óscar Revilla
En la actualidad desarrollan su trabajo principalmente en la ciudad de El Alto, urbe situada junto a La Paz, y donde viven alrededor de medio millón de personas a 4000 metros de altura en condiciones sociales llenas de carencias. Uno de sus proyectos más ambiciosos lo llevan a cabo en colaboración con la ONG vasca Mundubat. Luchan por conformar en diferentes municipios del país unas plataformas de justicia fiscal compuestas por mujeres. La idea es que, en cada municipio, las diferentes organizaciones de mujeres existentes se agrupen para hacer un análisis de las necesidades locales con un enfoque de género. Este trabajo conjunto se ve plasmado en un documento que es presentado a los gobiernos municipales con el objetivo de que los presupuestos anuales sean “sensibles al género”, es decir, a las peticiones específicas de los colectivos de mujeres, y que al menos un 5% de la financiación responda a las propuestas presentadas.
Ejemplos de este trabajo: conseguir que se construyan casas de acogida para sobrevivientes de la violencia machista en lugar de nuevos campos de futbol o lograr más iluminación en las calles donde se producen un mayor número de situaciones violentas contra las mujeres. Este trabajo local está adquiriendo cada vez más fuerza y están conformando una plataforma de justicia fiscal a nivel nacional con el objetivo de logara influir también en los presupuestos nacionales.
Confederación Bartolina Sisa
Otro ejemplo del trabajo articulado en defensa de los derechos de las mujeres lo compone la Confederación Bartolina Sisa, conocidas popularmente como las Bartolinas. Recogen su nombre de la célebre Bartolina Sisa, quién fue una mujer indígena de etnia aymara, comerciante y guerrillera que lideró luchas del levantamiento contra el colonialismo español junto a Tupac Katari, su compañero y líder insurgente, y que fue asesinada el 5 de septiembre de 1782.

Encuentro de la Confederación Bartolina Sisa
Fotografía Óscar Revilla
Las Bartolinas están presente en todos los rincones de Bolivia y son muy reconocibles por su vestimenta tradicional, con sus sombreros y sus polleras. Son conocidas también como “cholitas”, y lucen grandes trenzas para recoger sus interminables melenas de pelo negro. En 1980 decidieron conformarse como sindicato en defensa de los derechos de las mujeres indígenas originarias campesinas de Bolivia.
Poseen una tremenda conciencia de clase derivada de su trabajo en el campo, así como un gran respeto por sus orígenes indígenas, la reivindicación de sus saberes tradicionales y el respeto a la Pachamama, basando su existencia en una armonía con la madre naturaleza y la filosofía del Buen Vivir, al margen de los caprichos del neo liberalismo y las urgencias del Capital. Sus ritmos son otros y las Bartolinas defienden un modo de vivir ancestral, donde las mujeres tienen mucho que decir como lideresas y matriarcas de sus comunidades.
Desde la mentalidad europea impacta mucho una organización sindical exclusivamente compuesta por mujeres, con una organización nacional, departamental, regional, provincial, municipal y comunitaria donde todo se debate en asamblea y cuyas dirigentes a todos los niveles son escogidas en congresos públicos y deben cambiar obligatoriamente cada dos años.
Su incidencia social y política es muy alta siendo capaces de movilizar a todo el país en cuestión de horas cuando lo consideran necesario. Fueron denominadas de manera caricaturesca “las novias de Evo” en un momento dado por su apoyo al movimiento político de Morales, pero son mucho más que eso. No necesitan ser las novias de nadie, ya que gozan de una impresionante entidad propia.
Gregorias y Bartolinas suponen un claro ejemplo de movimientos sociales en defensa de los derechos de las mujeres en sociedades hostiles. Su trabajo diario es fundamental para conformar sociedades más modernas y justas. La sociedad boliviana tiene mucho camino por recorrer, pero si estas mujeres asumen liderazgos comunitarios seguro que el trayecto será mucho más luminoso.